Monday, May 23, 2011

Sobreviví…….

Sobreviví a las emociones del re encuentro con  los viejos amigos, a las emociones de conocer a nuevos amigos, a caminar por  el Madero, ese edificio  que parecía tener un terreno tan  grande ayer, y que hoy, ha perdido su polvoso campo de futbol para  construir los salones de primaria, que perdió la “casita del director”  para tener un área administrativa, que perdió su alberca prácticamente inutilizada e inutilizable por décadas,  para tener una cancha de futbol rápido, que perdió las áreas de la cocina en la parte de atrás y los baños de esos oscuros rincones de la parte de atrás para tener bodegas, que perdió sus pisos de tierra donde se jugaban cosas tan raras como “abiertitas” (lanzar  una navaja a los lados del pié para ir abriendo las piernas y alcanzar la línea de salida hasta donde se pudiera lanzar la navaja y enterrarla en la tierra y asi obligar al jugador a separar las piernas, hasta perder, o ganar..) y que tiene hoy limpios pisos de cemento impersonal. Sobreviví  al paseo por los salones, a pasar por las áreas que eran de los internos , comedor,  cuartos, y que eran zonas prohibidas y hasta peligrosas a veces para los externos,  sobreviví a la subida  por las escaleras de piedra donde frecuentemente dejábamos subir primero a las compañeras, y esos breves minutos, nos permitían alcanzar casi el cielo cuando mirábamos hacia arriba, pese a todos los esfuerzos y libros que se ponían ellas atrás para impedirlo…,  también sobreviví a sentarme  en  los espacios  laterales de la entrada principal,  sitios altamente codiciados cada recreo, y casi siempre conquistados por los más grandes…,  sobreviví a pasear por la parte de atrás del edificio, y a los recuerdos de las veces que buscando privacidad y amores  dabas vueltas  con la elegida del momento, y no se logró,  sobreviví  a comerme una nieve del “Macizo”, y a saber que hoy su hijo (que no está ni la mitad de macizo) tiene el mismo carrito de entonces, donde  me cobijé cuando  al salir de la escuela en primero de primaria y   perder de vista a mis padres después de una calle, solo me quedó acercarme a él y decirle, “me perdí” y como uno de los recientes ex alumnos conocido como “el Dumbo”  gentilmente me llevó a casa en su moto, salvándonos tanto a mis padres como a mi de la angustia del momento…..

Sobreviví  a saber que hoy el Liceo no es semanal, ni es una lucha por triunfar en ese evento, sino que es una actividad de dos a tres veces por año… sobreviví a la extrañeza de  recordar una escuela siempre tolerante, claramente religiosa, pero respetuosa de los valores individuales, donde conocí amigos  católicos, bautistas, adventistas, metodistas, y que siempre respetaron mi laicismo familiar, sobreviví a  cantar un himno que casi había olvidado pero que  no tuve necesidad de leer  en las hojas que nos repartió Mario Alberto, sino que fue surgiendo de los más profundo del corazón,  no solo en las palabras, sino en las imágenes de las ceremonias de cada lunes por la mañana,  al principio en el patio de primaria, y luego en el gimnasio……que ya no tiene en la entrada a la derecha,  la tiendita, sitio preferido de las Koblenz, ni tiene a la izquierda el taller de carpintería donde un carpintero siempre gruñón hacia las reparaciones inmediatas que se necesitaban, y que destrozó  con una “reparación” de último momento el asta del estandarte  de madera barnizada que me había hecho mi padre para personificar a Morelos en una ceremonia, y que Yo torpemente dejé caer a la entrada del gimnasio ….

Sobreviví a los ojos de Consuelo, la reina del centenario, a la cabellera roja de las Demartino,  A la Elegancia y prestancia de Elsa Bautista y de Judith Díaz, de Ruth Mozo,  a volver a ver a Lidia Gómez, escuchar sus reflexiones y revivir nuestras caminatas de la escuela a su casa, a la alegría y al dinamismo de Lucy Reta, al recuerdo de las faldas plisadas de Flora Alarcón,  al impacto de la Presencia de Lilia Partida y de muchas más cuyos nombres el deterioro cerebral ya no me deja recordar ….

También sobreviví ( para que vean que no soy sexista)  a la simpatía de Mariano Fernández de Jáuregui, al don de gentes de Angel Armín, a la grata sorpresa de Pepe Esponda,  A la continuación de las pláticas de siempre  con José Santos Nava,  Al re encuentro con Oscar Wynter y el viejo automóvil verde de su abuelo,  a la risa de Joaquin Noyola y a escuchar otra vez mi apodo de secundaria de “el Chato”.

Pero sobre todo, sobreviví  a cuatro o cinco horas de baile, con la mejor música que se ha podido escuchar en el mundo y que era la delos años 70’ s, desde el rock and roll más tradicional, pasando por las mafufadas  de la época, la música brasileña, y  aun la de la sonora Santanera  que estaba proscrita por ser música de viejos….y  terminando felizmente,  como siempre debía ser, con “las calmadas”  del tipo de las de Barry Manilow,  y poder volver a disfrutar la cercanía física  y la confianza ( a pesar de los litros y litros de sudor que mojaban mi camisa) de algunas de las personas que más amo en la vida y a quienes agradezco haber compartido todas estas experiencias y muchas más……

Para que nunca  se olvide….

Con Mucho cariño a todos

Oscar Sánchez Guerrero



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