Sunday, May 1, 2011

Viejas piedras del Madero

Por Salomón Avena

 (Recitando exigiendo con voz de hombre)

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Señaladme a la piedra del Templo de Jerusalén
que vive entre ustedes, decidme quien entre ustedes:
Es la piedra que trajeron de Palestina,
decidme en que columna esta, denme una señal
en donde esta escondida esa piedra que el Señor acarició.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Os lo ordeno y a ti fiel guardián de las bardas del Madero
te ordeno: hablad ahora, sí, es a ti viejo árbol, escupe lo que sabes,
porque no me pasa desapercibido que con tus ramas,
has escuchado furtivamente los secretos de los estudiantes,
quienes se rien entre si por la escalera.


¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Basta de quedarse mudas, viejas rusticas,
!Hablad ante el hombre, quien es rey del mundo!
contadme ahora los secretos que celosamente guardan, viejas piedras del Madero
hablad y escupir lo que saben antes que con mi furia derive
las columnas que las soportan.

(Recitando suavemente con voz de muchacho)

!Ya eran viejas las piedras del Madero!
Cuando vine por la mañana siendo un niño, mi padre en compañía de mis hermanas
me dejo al cuidado de ustedes, viejas piedras del Madero,
entre sus bardas corrí y a la curva del tiempo, crecí joven y la vida me sonrió,
por la verdad, subí por aquella empinada escalera que da a los torreones, y cruzando
el umbral, mi cara se iluminó por aquella luz que descendía paulatinamente del cielo.

 ¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Decidme como sonreía la Reina del Centenario,
contadme que le decía Alor a Consuelo en el oído,
bonita Margarita, bella Jazmín, hermosa Rosa,
cántenme su canción entre las flores del jardín
y tú Pérez Pria, recítame: Porque me quite del Vicio.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Anda cuéntame que le dice: esa colegiala a ese muchacho
en la banca de los enamorados, anda cuéntame sus secretos,
no los guardes más entre esas rejas centenarias,
viejo Madero, siente me, como te acaricio tus pálidas piedras
con mis mejillas de abril.

Mira como los viejos arboles extienden sus ramas y justamente
allí baila en ese madero el Pájaro Rebelde,
Quien tiene por nombre el de: Amor.
Míralo como vuela en curva, feliz me sonríe
y coquetamente me roza con sus alas,
haciendo cabriolas entre los cantos de Bizet, se me recarga en el hombro.

Ya sale el sol por oriente y con él se acompaña
la brillante Aurora, quemando el roció de la mañana
y la gracia de tus viejas piedras se me escapa entre las manos
y con esa gracia se da a la fuga ese Pájaro Rebelde
y volando se va tras las rejas del Madero,
yo con la fuerza de la juventud me salto la barda, persiguiendo al amor entre las calles.

Por allá vuela mí amor: por las cumbres de los volcanes, por los desfiladeros,
por el acantilado, por la barranca, por los montes y valles,
por aquella peña y por ese sendero, por ciudades y campos
no se cansa de volar por lejanos países
hasta que por fin sediento baja a beber agua entre los ríos de Babilonia
y ahora vuelve al viejo Madero.

(Recitando con voz imperiosa de hombre)

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Qué ahora regreso a Puebla con la fuerza del hombre,
vengo adornado con mi corbata purpura, cocida con hilos de oro y plata
símbolo del poder de Roma, yo soy el águila del escudo, yo soy el rey del mundo,
¡Hablad ahora! y evita mi furia, siente como te golpeo con el puño y te desgajas
y aun así continúan calladas como aquella vieja de adusto semblante.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Y a ti viejo árbol, cómplice de estas piedras,
hablad ahora, antes que los arranque con mis propias manos
sé que tú eres quien les informa a esa viejas piedras
todas las acciones de los muchachos, ya que te extiendes
con largas ramas por todo el viejo Madero.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
No se queden mudas y obedezcan mis mandatos,
ya que tengo la fuerza del emperador romano, hablad
no sea que sigan la misma suerte del Templo de Herodes
y no quede piedra sobre piedra y todo pueda ser destruido
hablad antes que la cólera de Nerón se apodere de mí y las destruya.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Y decir la verdad, cuéntame las historias que has escuchado
como fiel testigo de la vida de esos muchachos,
porque he perseguido por mucho tiempo a ese Pájaro Rebelde,
quien me hizo cruzar de un solo saltos las bardas centenarias
de este viejo: Instituto Mexicano Madero.

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
Las escucho, mientras bebo agua de la fuente,
en compañía de este viejo decrepito que se refleja entre las aguas de la fuente,
les exijo satisfacer mi curiosidad, si guardan mas silencio,
me veré forzado a utilizar la fuerza, decidme sus secretos Viejas piedras,
no sea que mi furia las destruya a machetazos.

(Recitando con voz grave de anciano)

Ho ho ho ho ho ho ho ese reflejo del agua, soy yo,
ahora soy viejo y encorvado, maltrecho por el tiempo,
quien es el flagelo de la juventud, reconózcanme viejas piedras
como regreso al Madero, decrepito con la marcas del pecado en el rostro,
por los ojos las arrugas me nacen y violentas se estrellan en la pata de gallo
y al voluble tiempo... !viejas piedras escúpele tus secretos!

Ho ho ho ho ho ho ho Señor creador del cielo y de la tierra,
solo soy un hombre creado del polvo de la tierra,
a quien le distes un soplo de vida, ahora regreso viejo
y cansado entre estas piedras centenarias,
arrastrando el dolor de la muerte,
apiádate de mí y hágase tu voluntad.

Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos
por favor no callen más y tu dulce arbolito, se clemente y dime que saben tus ramas,
decidme que escucharon en esa banca de los enamorados,
al oscurecer, ya viene el viento frio y con él las ramas ya murmuran en su lenguaje:
de silbidos y señas, las escucho, estan chismeando en clave entre ellas, y eso inentendible al oido del hombre,
anda tú vieja piedra, suelta la lengua, apresúrate que ya veo a las parcas !No calles más!

Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos
como viejas chismosas en el mercado, cuéntenme:
¿En dónde está la piedra del templo de Jerusalén que vive entre ustedes?
¿Está cerca de la reja o por los jardines? ¿Por la banca de los enamorados?
¿Por aquella empinada escalera que nos lleva a los torreones?
¿Acaso está enterrada en alguna columna o en los cimientos de las bardas?

¡Viejas piedras del Madero escupid vuestros secretos!
qué ya se me ha cerca la hora de la muerte
díganme, como siguen: La mejor cultura para el mejor servicio,
Porque ni el tiempo las ha dañado y tus fieles torreones
siguen majestuosos e imponentes enseñando a la juventud,
anda cuéntenme sus secretos que ya se me escapa la vida.

Viejas piedras, escuchen la risa de los niños corriendo entre tus jardines,
no digan nada, guarden sus secretos que todo quede entre ustedes,
Viejas piedras quédense mudas hasta el día del juicio final,
dejemos que estos niños vivan entre tus inocentes bardas, las cuales les pertenecen,
fuera de la maldad de los hombres que hay allá, traspasando las rejas,
ya que murió la carne pero no el espíritu del Señor Taylor.

1 comment:

  1. Yo era un alumno interno del Instituto Mexicano Madero, precisamente la Noche que se celebraba el centenario, vivía entre sus bardas todos los días, cuando por alguna razón el Profesor Cruz Ahedo, se me acerco y me dijo:” Entre estas Viejas piedras del Madero, hay solo una del Templo de Jerusalén, la trajeron de Palestina, hace ya más de cien años.” No sé porque me rebelo a mí esa historia, ya que yo era un niño y él ya era un anciano. Así que después de muchos al volver al Madero, recordé esa historia y me inspiro a escribir: Viejas Piedras del Madero.

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