Monday, May 2, 2011

Un Momento Inolvidable

¡Ha sonado la tercera llamada! Todos los internos empezamos a correr por los pasillos, por la escalera, pues si nos retrasamos para llegar a filas, y nuestro Director toma la palabra para designar de entre nosotros al que se encargue de elevar la Plegaria de Gratitud a Dios por las bendiciones recibidas; al oír ¡AMEN! el silencio se rasga ante el murmullo de un grupo de internos golosos, que peligra el privilegio de pasar al comedor…

¡Flanco derecho!... ¡YA! Ordenan nuestros comandantes, y enseguida todos avanzamos hacia el interior. En silencio nos acercamos a nuestros lugares  respectivos, van sentándose mesa por mesa: las manos se levantan para llamar a los meseros –compañeros nuestros que en afán de servir,  se ofrecieron voluntariamente-, la sopa es servida y más tardan en pasar el plato que el contenido en desaparecer ¿verdad Sánz?  Sigue a continuación el guisado, y no hay tiempo que esperar, pues se enfría, el cabecera lo sirve y se vuelve a llamar a los meseros… ¡por favor más tortillas para acabarme mi guisado! ¡por favor más guisado para acabarme mis tortillas! Pero no se crean es más la fama que tenemos de comelones que lo que en realidad somos. Por último vienen los frijoles, el platillo más querido por nosotros, ya que son los que nos sacan de apuros y que por lo regular siempre hacen del papel de postre, que el postre servido desde el principio es el primero en desaparecer.

No faltan los incidentes en las mesas, pero solo se deben al hambre voraz de algunos y algunos otros que tratan de acaparar los platones,  pero el cabecera arregla las cosas y todo continua sin mayor trascendencia.
Poco  a poco el silencio va retornando al comedor a medida que los estómagos  van quedando satisfechos, hasta que por fin la soledad vuelve a invadirlo, todos hemos salido a nuestros cuartos a comentar las noticias deportivas, otros a cambiarnos de ropa para ir a jugar un partidito de futbol, otros a preparar tareas, mientras llega la hora de las clases y ansiando el momento de retornar… por supuesto ¡al comedor!

UN INTERNO HAMBRIENTO

Me permití reproducir un artículo publicado originalmente en Azteca Anuario del IMM 1966. Este artículo me 
pareció interesante, pues describe a detalle una parte muy importante de la vida de los temidos internos.



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